El móvil y a viajar con lo puesto - Revista GQ
18.10.2014 21:59
El móvil y a viajar con lo puesto.
La cartera, las llaves y la pilila. Según mi suegro, eso es todo lo que uno necesita llevar cuando sale de casa. Desde que lo conozco comprueba esas tres cosas con un gesto rítmico antes de cerrar la puerta con un golpe. Lo anterior es válido para cualquier ocasión en la que uno sale de casa, sea para ir a la tienda de la esquina o antes de emprender un viaje de 5.000 km.
Probablemente estaremos de acuerdo en añadir el teléfono móvil a su recital, especialmente para ir más allá de la tienda de la esquina. Entonces sí, llevando el móvil ya no hace falta nada más, incluso cuando se va a estar fuera una temporada.
El teléfono móvil ha simplificado tanto los preparativos previos a un viaje que de un tiempo a esta parte uno sale de viaje con la sensación de haberse dejado algo o de no haber preparado las vacaciones como merecen, aparte de echar algo de ropa en una maleta.
Para muchos, hasta ahora una parte de los preparativos previos a las vacaciones había que dedicarlos a reunir objetos tales como cámaras de fotos y de vídeo y tal vez una videoconsola portátil, y añadir un reproductor de música y un lector de libros electrónicos. Tampoco era inusual llevarse el ordenador portátil, aunque sólo fuera para ver películas. Los más frikis incluían además accesorios como lectores de tarjetas de memoria, discos duros externos y módems 3G para seguir conectados a internet.
Varias horas después aquella tarea de recopilación solía concluir con una mochila grande y pesada llena de cacharros, cargadores, cables y accesorios. Por algún extraño motivo mucha gente compartía por internet una foto de la pequeña montaña de metal y plástico que estaban dispuestos a arrastrar por el mundo. A pesar de todo, al llegar al destino era habitual pronunciar frases como "me he dejado el cable de…". Ahora, para muchos viajeros esos preparativos tecnológicos se simplifican cogiendo el móvil y su cargador. Nada fuera de lo normal: echar el cargador del móvil en el bolso o en el bolsillo junto con el móvil es casi un gesto cotidiano por lo poco que duran las baterías.
El teléfono móvil supone todo un récord en la evolución tecnológica, sobre todo comparado con que nos llevó cientos de miles de años dominar el fuego. Incluso aunque no se vaya a utilizar como teléfono, por obstáculos como las tarifas o a la compatibilidad internacional, el móvil seguirá siendo útil como cámara de fotos y de vídeo, navegador GPS (con aplicaciones que no necesiten conexión), despertador, lector de libros y revistas electrónicas, reproductor de música y también como linterna, mapa, diccionario y guía de viajes. Hace innecesario incluso llevar reloj.
Atrás quedó lo de "aprendiz de todo, maestro de nada" aplicado a los móviles: su capacidad y potencia actuales, los sensores, la conexión a internet, el surtido de aplicaciones disponibles y la cámara incorporada en muchos de ellos los convierten en decentes sustitutos a todos los demás trastos. Especialmente si se tiene en cuenta el ahorro de peso, bultos y dinero que suponen. Cada vez son más los teléfonos móviles capaces de todo esto que están disponibles a un precio razonable.
Ahora más que nunca merece la pena invertir en un móvil un poco mejor y descubrir el placer de viajar con lo puesto, con las manos en los bolsillos. Los más valientes se pueden aventurar incluso a dejar el cargador en casa y pedirlo prestado; o cargar el móvil en los puertos USB del televisor del hotel, que también sirven para eso.
Así que como no tengo mucho que preparar antes de salir de vacaciones he aprovechado para escribir esto e irme con los deberes hechos. Ahora apagaré el ordenador y antes de salir comprobaré que lo llevo todo: el pito, la cartera, las llaves… y el móvil.
*Artículo originalmente publicado en el número 203 de GQ.